No fue necesario gritar

Admito el error cometido, en días pasados, no era mi intención herirte con mis palabras. Reconozco que mis frases no se ajustaron a las circunstancias, lo único que logré fue hacer daño, algo que no es aceptable desde ningún punto de vista.

Ahora, sólo me queda pedirte perdón, y entender que para uno exponer sus ideas no es necesario gritar, y mucho menos lanzar improperios al aire. Prometo no volver a repetir este episodio.

Deseo con toda mi intención que este episodio pase al olvido cuanto antes, y seguir adelante con nuestra amistad sincera. Si tienes algo que decirme me gustaría que respondieras este correo.

Un abrazo