No sé qué me pasó

Ayer no fue un buen día para mí, no sé qué me pudo haber pasado. Tratando de recordar cómo fueron los hechos no alcanzo a comprender la razón para haber perdido el control de mis actos. Mis palabras, látigos de fuego, sólo sirvieron para menoscabar los principios de la amistad.

Dejar pasar lo que ocurrió sin hacer ninguna clase de comentario es aceptar que todo fue normal, lo cual no es cierto. Es por eso que estoy aquí escribiéndote para solicitarte de corazón que me perdones. Asumo con dolor el error cometido, procuraré de ahora en adelante de ser mas discreto en mis apreciaciones. Con actos groseros lo único que se logra es quitarle fuerzas a las ideas que uno quiere exponer.

Entiendo que los dos estábamos acalorados, pero nunca me ofendiste, lo que si ocurrió de mi parte. Con base en esto extiendo mi mano para que aceptes mis disculpas y sigamos adelante en nuestros propósitos de trabajo.