Confesiones de mi vida

Hace más de 10 años, cuando mi futuro era incierto, lleno de tropiezos al andar decidí, en medio de mis dificultades, emprender un proyecto comercial que me permitiera brindar la posibilidad de lograr cierta estabilidad económica. Fue así entonces como en medio de aventuras y sueños incursioné en el sector de la pesca al percatarme de las necesidades creadas en el mercado, en un nicho específico de clientes.

Si bien el interés era uno en concreto, para un núcleo determinado de clientes potenciales, puede observar que las expectativas del negocio eran mucho mas amplias y diversas para incursionar en el. Sin embargo, la falta de conocimiento y la ignorancia que me rodeaba impedía que yo avanzara en sacar conclusiones que me brindara sentimientos de certeza.

Lo único que tenía en mi mano, o mejor en mi mente en esos momentos para emprender la partida era una quiebra económica y una sola experiencia laboral en el sector financiero. De resto todo el cielo del universo era oscuro y llenos en desesperos profundos por cumplir con mis obligaciones pendientes de pago (créditos). En esos días sólo le pedía Dios que derramara en mi todas sus fuerzas para yo poder continuar en la brega de mis luchas para salir adelante.

Sin un peso en el bolsillo (lo necesario para sobrevivir), y con todas las ilusiones del mundo decidí un día salir a recorrer el país y a pasar fronteras con el único propósito de sumar vivencias y experiencias para que estas me permitieran tomar un decisión sobre el negocio que deseaba emprender (redes de pesca).

Ahora cuando el tiempo ha pasado, y los frutos se recogen traigo a mi memoria todos esos recuerdos del ayer que tanto dolor me causaron:

  • Recuerdo uno en particular, cuando invertí más de 3 millones en la fabricación de unas jaulas de pesca, creyendo que esto sería un gran negocio, pero fue todo lo contrario perdí el capital que mi generosa madre me había entregado en calidad de préstamo.

  • Otra vivencia, las bombas acosaban los cielos de nuestro país, la Fuerza aérea de aviación atacaba con beligerancia nidos de terroristas que anclados estaban en los territorios que mis pies recorrían, el clima era inclemente e insoportable para cualquier ser humano. El sonido de las bombas que caían como centellas dejaban en el ambiente una desolación total de incertidumbre mientras el Ejército en valerosa disposición, con afán, buscaba por todos los medios tratar de sacarnos al grupo de personas que nos encontrábamos en el lugar.

Mi vida en riesgo no me importaba, sólo quería triunfar, eran mas las ganas de salir adelante que de nuevo aceptar una derrota. Casos como estos hay muchos por recordar, sin nunca olvidar el día que la guerrilla terrorista en medio de la selva me iba a matar, creyendo que un extraño en su territorio era un informante de las fuerzas paramilitares.

Traigo a colación estas historias para sólo decir: Que ese esfuerzo que emprendí, en ese entonces, ha servido para que mi padre en su negocio haya tenido una vejez tranquila en su parte económica. Esas ideas, proyectos, creación de empresa en la manufactura de redes, etc., hoy las veo cristalizadas en las diferentes clases de redes que en otrora nadie conocía en el medio de influencia.

Nadie sabe para quien trabaja, pero me anima saber que es mi padre el que usufructúa el trabajo que yo adelanté, a través de la especulación de mis sueños, y de mis retos.

Si bien este par de historias que he contado rayan en lo épico de alguna manera, lo mas desafortunado en el presente que vivo, es ver como una de mis hermanas esquila (quita) de manera inclemente a mi padre en exigirle dinero, sin hacer ella el mínimo esfuerzo en trabajar.

Su único emprendimiento es afilar bien sus métodos de chantaje y de manipulación para subyugar al pobre viejo a su voluntad, con la complicidad en silencio de mi otra hermana.

La historia sigue, en otra oportunidad trataré de contarte mas cosas de mis vivencias actuales. Ya me canse de ocultar tantas verdades de mi familia, tenía que contarte esto para liberarme un poco de mis angustias. Me tiene sin cuidado lo que puedan pensar mis otros hermanos.