Un testimonio de amistad

Hola mi ángel,

Desde que llegaste a mi vida todo ha cambiado, pareces el ángel de mi guarda que barbaridad. No importa que llevemos poco tiempo de habernos conocido, eso no interesa para todo lo que has hecho por mí, a veces no comprendo porqué lo haces y más cuando tus intereses son tan transparentes, diáfanos y claros.

De verdad, que difícil es encontrar personas como tu, definitivamente es una bendición de Dios que me haya colocado en tu camino, sino es por ti, te lo juro me sentiría muy sola en medio de este mar de tanta soledad, ya no hay con quien compartir ni disfrutar las cosas más sencillas.

Este mundo de consumo en que vivimos nos ha alejado de muchos cosas bellas que tiene la vida, y lo peor, es que nosotros nos hemos dejado arrastrar de él sin darnos cuenta.

Gracias por compartir mi espacio, por hacerme sentir viva, por romper la monotonía en que me encontraba, gracias te doy.

De antemano quiero que sepas que estas frases sueltas, quizás un poco desbordadas, es algo que no es propio de mi forma de ser, solo lo hago por ese aprecio o amor celestial que siento por ti. Esto es nada para lo que verdaderamente te mereces. Jamás pensé que personas como tú existieran en estos planos terrenales, todavía lo pienso y no lo creo.

Todo tiene su fin, llegó la hora de despedirme y decirte: que siempre, hasta cuando tú lo quieras, yo voy a estar a tu lado de una manera incondicional, no importando las circunstancias que asomen en nuestro caminar.

Gracias, nuevamente por ser mi amigo.

Te quiero mucho.

Bye