El mundo hormonal de la mujer

Las mujeres detestan los hombres perfectos, extremadamente buenos, los que siempre son evidentes en el amor. La mujer ama el macho que la controvierte, la cuestiona, le dice la verdad en la cara sin adjetivos dilatorios. Aunque la mujer lo niegue, ella ama la fuerza y el dolor, desea el desenfreno y la locura, es adicta a su propia incertidumbre.

Un hombre previsible es de lo más harto para una mujer engreída y pasional. Aunque parezca contradictorio la mujer ama la tranquilidad y la seguridad que le brinda su macho, esto se logra cuando ella siente el apoyo incondicional de su hombre en sus batallas internas, en su propia ambivalencia, en su ser y no ser, como diría el filósofo griego.

Cuando el hombre descubra los diferentes estadios anímicos que en suerte vive la mujer, todo será más fácil para él de entender. Una mujer al despuntar el sol perfectamente puede estar alegre, a los diez minutos triste, al medio día feliz y por la noche indiferente. Esa es su esencia misma, y todo esto se resalta más cuando está en periodo de ovulación.

Ese complejo mundo hormonal, de altos y bajos, de cambios permanentes hacen que las féminas sean unos seres especiales que merecen la más alta comprensión de su hombre. No es que ellas sean raras, simplemente son así, es su propia naturaleza.

Muchas veces ni ellas mismas se entienden, y aunque usted no lo crea, ellas mismas se confunden de su propia situación. Por eso muchas veces discuten sin sentido, terminan hablando solas, y rumiando sus penas en silencio.